¿Por qué escribir un libro?

La escritora Coral Herrera diría que el arte nos permite explorar la subjetividad y nos distrae de los estereotipos y patrones que la sociedad espera que desempeñemos en nuestra cotidianeidad, por ello es fundamental adoptar cualquier expresión artística que se prefiera y utilizarla para canalizar nuestras expectativas románticas e idealizantes.

En ese sentido, la escritura es una herramienta que permite descubrir pensamientos, deseos, fantasías y recrear mundos ilusorios utópicos o, por el contrario, distópicos, como es el caso de la Ciencia Ficción. 

Aunque todos somos texto, porque enunciamos el mundo en el que vivimos a través del lenguaje natural o artificial (oral, escrito, lengua de señas, braille), estamos constreñidos, en esta realidad, a los roles socialmente asignados, pero fuera de nuestro acontecer diario, de nuestros papeles como hijas, hijos, madres, padres, abuelas, abuelos, parejas, podemos formar parte, gracias a la fuerza creativa, de otros relatos.

Recrear mundos fantásticos, donde los monstruos aspiran al habla y los extraterrestres entablan comunicación con la humanidad; donde los animales se antropomorfizan y dan lecciones de vida; los objetos conviven entre música y baile, y los castillos se elevan por las montañas, da un respiro a nuestras agendas y vidas tan agitadas.

La escritura requiere el privilegio de la alfabetización previa. Un lápiz y una hoja son lo único que separa esos espacios maravillosos que imaginamos de nuestra realidad. Narrar permite anclarse a la existencia y tomar postura sobre la vida, nos ayuda a desarrollar el espíritu crítico y creativo, y a enunciar aquello que no podemos de otra manera, pero que se vuelve permanente en papel.

El libro es el producto final de divagaciones subjetivas que hacen conexión con los deseos, muchas veces irrealizables en este transcurrir. La competencia de redactar es lo único necesario para iniciar un texto. Todas y todos somos capaces de escribir, porque presenciamos el mundo, lo nombramos e imaginamos escenarios posibles.

Convertir la ficción en letra es un ejercicio enriquecedor que aporta a nuestros discursos sentido, coherencia, cohesión y una visión más amplia del mundo. Escribir un libro podría salvarte de esta cotidianeidad que, muchas veces, nos aprisiona.

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