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Cómo empezar a escribir un libro
La escritura, ya sea creativa (literaria) o académica, tiene como común denominador el uso de las reglas gramaticales que, de manera coherente y con sentido, unen un conjunto de ideas, ficticias o reales.
En un sentido práctico, la creación de textos de diversa índole tiene como reto la adecuada elección de dichos elementos gramaticales, a fin de que los eventos narrados hagan sentido, aunque se trate de sucesos ficcionales.
Iniciarse en la escritura no es tan complejo como parece, existen diversas estrategias que te permitirán desarrollar la habilidad y, como consecuencia, en un futuro a mediano plazo escribir tu primer libro. Lo recomendable es empezar con textos personales, como los que enlisto a continuación:
- Diario: En un cuaderno o un blog digital reseña tu día a día, no importa si piensas que lo que sucedió fue irrelevante, cualquier anotación se puede convertir en fuente de un relato. Es importante que escribas la fecha de cada texto e incluyas no solo eventos significativos, sino nombres, espacios, emociones e incluso reflexiones sobre tus haceres cotidianos.
- Autobiografía: Este tipo de texto es fundamental para iniciarse en la caracterización de personajes, y qué mejor que empezar contigo. Utilizar el recurso de la descripción como base y no olvides considerar rasgos físicos, emocionales y psicológicos, además de alguna que otra anécdota que permita comprender quién eres, de dónde vienes, hacia dónde te diriges y qué has hecho hasta esta etapa de tu vida.
- Carta personal: Este ejercicio, a diferencia de los anteriores, es más breve y requiere un remitente específico, no importa si es real o ficticio; la premisa es escribir en por lo menos una página situaciones anecdóticas y la descripción de eventos con el mayor detalle, sin olvidar un saludo de entrada y una despedida adecuada para el remitente seleccionado.
Cualquiera de los textos anteriores dan libertad creativa, en el sentido de escribir aquello que se desee, con base en las preferencias del o la escritora, sin importar el tipo de evento que se narre.
No hay que olvidar que entre más elementos consideres narrar: eventos, personas, lugares, tiempos, emociones, ambiente, más redondo será el texto; es decir, más sentido (cohesión) le hará a la comunidad lectora.
¿Es relevante prestar atención a los elementos gramaticales y ortográficos? Siempre que escribas algo, no olvides leerlo una vez finalizado, quizás encuentres palabras repetidas que puedas omitir o sustituir por otras, no necesariamente por sinónimos; cacofonías o frases con poco sentido o sin relevancia para lo que estás contando.
La lectura en voz alta de tu propio texto, no importa cuál sea, es fundamental para encontrar oportunidades de mejora sintáctica, semántica u ortográfica. Trata de mantener la esencia del texto, pero si es necesario realizar alguna modificación después de la primera lectura, hazla, y corrobora que hayas enunciado los elementos que querías relatar del modo en que los pensaste antes de escribirlos. Es válido realizar cambios, pero recuerda que el éxito de tu texto depende no solo de una buena ortografía, sino de una idea bien planteada.
¿Qué libro me recomiendan leer?
Cualquier acercamiento con el texto, motivado por preferencias personales o recomendaciones cercanas, siempre va a ser exitoso y constituye el primer paso para iniciarse en la lectura recreativa.
Insisto en la necesidad de que la literatura permanezca en el ámbito del disfrute, del pasatiempo y la necesidad del acercamiento a lo subjetivo, a la imaginación de espacios ficticios. En ese sentido, no hay lecturas malas o buenas, lo relevante es reconocer nuestros gustos personales e identificar aquello que podría resultar más cercano según cada personalidad y contexto.
Una forma de visualizar con mayor claridad el tipo de texto que conectaría con cada cada lector es atender a los gustos cinematográficos personales. ¿Qué tipo de historia te gusta ver? ¿Qué películas o series has disfrutado? ¿Cuál es tu género recurrente?
Los relatos de donde surgen algunas historias pueden ser tu referente para iniciarte en la lectura. ¿Has intentado leer las historias de donde surgen tus películas favoritas? Muchas de ellas tienen una narración de base, desde cuento hasta novela, pasando por la lírica.
Mi recomendación para ti es empezar con cuentos cortos. La minificción, tan pronta de leer, cuenta conflictos intensos de manera breve que conectan de forma casi inmediata con el público, es el caso de la “Antología Virtual de Minificción Mexicana” de la autora Azucena Franco.
Pero si estás buscando un relato más entramado, con un conflicto bien desarrollado, mi recomendación definitiva es “El Llano” en Llamas de Juan Rulfo. Esta joya literaria destaca por sus atmósferas, recreadas a través de la descripción detallada, pero bien elegida. Los recorridos por los espacios, el tiempo y las voces de los personajes hacen de este un texto un imperdible.
Los personajes de Rulfo no solo están bien construidos, sino que tienen características que los convierten en entrañables. No obstante, el contexto en el que se desenvuelven parece una serie fotográfica, bien organizada que, sin excepción, te invitan a imaginar el mundo ficticio donde los ubica.
Aunque corto de diálogos, “El Llano en Llamas” elige bien la intención comunicativa y cada relato es un viaje por lugares imponentes por su clima, paisaje, personajes y sucesos.
¿Por qué escribir un libro?
La escritora Coral Herrera diría que el arte nos permite explorar la subjetividad y nos distrae de los estereotipos y patrones que la sociedad espera que desempeñemos en nuestra cotidianeidad, por ello es fundamental adoptar cualquier expresión artística que se prefiera y utilizarla para canalizar nuestras expectativas románticas e idealizantes.
En ese sentido, la escritura es una herramienta que permite descubrir pensamientos, deseos, fantasías y recrear mundos ilusorios utópicos o, por el contrario, distópicos, como es el caso de la Ciencia Ficción.
Aunque todos somos texto, porque enunciamos el mundo en el que vivimos a través del lenguaje natural o artificial (oral, escrito, lengua de señas, braille), estamos constreñidos, en esta realidad, a los roles socialmente asignados, pero fuera de nuestro acontecer diario, de nuestros papeles como hijas, hijos, madres, padres, abuelas, abuelos, parejas, podemos formar parte, gracias a la fuerza creativa, de otros relatos.
Recrear mundos fantásticos, donde los monstruos aspiran al habla y los extraterrestres entablan comunicación con la humanidad; donde los animales se antropomorfizan y dan lecciones de vida; los objetos conviven entre música y baile, y los castillos se elevan por las montañas, da un respiro a nuestras agendas y vidas tan agitadas.
La escritura requiere el privilegio de la alfabetización previa. Un lápiz y una hoja son lo único que separa esos espacios maravillosos que imaginamos de nuestra realidad. Narrar permite anclarse a la existencia y tomar postura sobre la vida, nos ayuda a desarrollar el espíritu crítico y creativo, y a enunciar aquello que no podemos de otra manera, pero que se vuelve permanente en papel.
El libro es el producto final de divagaciones subjetivas que hacen conexión con los deseos, muchas veces irrealizables en este transcurrir. La competencia de redactar es lo único necesario para iniciar un texto. Todas y todos somos capaces de escribir, porque presenciamos el mundo, lo nombramos e imaginamos escenarios posibles.
Convertir la ficción en letra es un ejercicio enriquecedor que aporta a nuestros discursos sentido, coherencia, cohesión y una visión más amplia del mundo. Escribir un libro podría salvarte de esta cotidianeidad que, muchas veces, nos aprisiona.